Aquella
mañana se había levantado con la sensación de no saber muy bien
qué hacer. La noche había sido intranquila, había dado muchas
vueltas en la cama pensando e imaginando una y otra vez la situación
a la que tenía que enfrentarse. Nunca había sido una persona de
decisiones rápidas y esta le molestaba infinitamente. Una y otra vez
se imaginaba a sí misma articulando las palabras e incluso ensayando
los gestos. ¿Por qué sería tan cobarde?
Cuando
atravesó la puerta vio la melena rubia que destacaba delante de la
pantalla, esta se movía sobre los hombros con decisión. Sus
movimientos eran firmes y hasta diría que obedecían a un
sofisticado y perfecto mecanismo. Esta visión ya por sí sola la
amedrentaba y la hacía sentirse pequeñísima e insignificante.
Pensó varias veces en tocar aquel hombro, pero algo contraía sus
músculos y le impedía mandar la señal al cerebro que impulsaba los
movimientos de su mano. Giró sobre sí misma y volvió la espalda a
la causante de su insomnio.
Sin
embargo y muy a su pesar, el sonido de sus pisadas había sido
detectado. La melena, dejó de serlo para convertirse en mirada
irónica- ¡Ah! ¿Estás ahí? Precisamente quería comentarte algo,
es una idea que he tenido y que considero interesante.- En ese
momento, ya no pudo retroceder y escuchó con atención todas las
explicaciones acerca de la feliz ocurrencia.
Recordó como había estado ensayando mentalmente cada una de las
palabras que iba a decir y como zanjaría el asunto de una maldita
vez. A pesar de que la voz continuaba dando un sinfín de
explicaciones detalladas, ella no
quería escucharlas y seguía con sus pensamientos...-Y eso es todo,
¿no te parece genial?- Sí, era estupendo, solo que ella
no había escuchado nada de lo que decía.
Volvía
a tener esa extraña sensación difícil de explicar. Detrás de
aquellos ojos había una oscuridad profunda. Se sentía estudiada y
hasta analizada. No quería vivir
de nuevo esa situación que la hacía sentirse tan incómoda-
Vale, perfecto. Estoy totalmente de acuerdo contigo ¿Cuándo tengo
que empezar?- De nuevo había vuelto a ceder.
Desde
hacía cinco años miraba a la cámara detrás
de la que aquella mujer le indicaba qué lencería ponerse y cuál
sería su papel ese día.
Me ha encantado el Blog.Quiero irlo disfrutando como se merece.
ResponderEliminarSaludos desde Venezuela y mucho éxito.
Muchas gracias Irene por tu generosidad conmigo. Un abrazo muy fuerte.
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