viernes, 17 de noviembre de 2017

Lúnulas



 Observo como las manos se mueven semejando hacer malabares y se muestran ágiles, veloces. Dan la sensación de hacerse cada vez más largas. Me parecen que forman parte de un ballet, pero de un ballet contemporáneo, que giran y basculan meciéndose entre sonidos metálicos e incluso eléctricos. Las manos forman parte de un todo, diría que se ajustan a la personalidad del individuo, de su dueño o dueña.
Últimamente admiro la variedad de dedos, largos o cortos, delgados o rechonchos. Pero los que realmente me fascinan son los portadores de lúnulas perfectamente definidas como nacimientos de astros.
Aún recuerdo cuando después de más de treinta años sin ver a mi maestra de octavo, esta cogió mis manos y las examinó minuciosamente. Después de unos breves segundos, me miró y dijo: "Tus manos siguen siendo las mismas". Hasta entonces, jamás me había detenido en ellas y fue cuando por primera vez me di cuenta de que carecían de esas medias lunas que asoman en la mayoría de los dedos y me sentí huérfana de magia.

Desde entonces sigo mirando las manos que danzan a mi alrededor y compruebo como aunque se disfracen de rosa palo o de Mondrian su belleza sigue estando en el interior.

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