martes, 11 de abril de 2017

Dependencia



Aquella mañana se había levantado con la sensación de no saber muy bien qué hacer. La noche había sido intranquila, había dado muchas vueltas en la cama pensando e imaginando una y otra vez la situación a la que tenía que enfrentarse. Nunca había sido una persona de decisiones rápidas y esta le molestaba infinitamente. Una y otra vez se imaginaba a sí misma articulando las palabras e incluso ensayando los gestos. ¿Por qué sería tan cobarde?
Cuando atravesó la puerta vio la melena rubia que destacaba delante de la pantalla, esta se movía sobre los hombros con decisión. Sus movimientos eran firmes y hasta diría que obedecían a un sofisticado y perfecto mecanismo. Esta visión ya por sí sola la amedrentaba y la hacía sentirse pequeñísima e insignificante. Pensó varias veces en tocar aquel hombro, pero algo contraía sus músculos y le impedía mandar la señal al cerebro que impulsaba los movimientos de su mano. Giró sobre sí misma y volvió la espalda a la causante de su insomnio.
Sin embargo y muy a su pesar, el sonido de sus pisadas había sido detectado. La melena, dejó de serlo para convertirse en mirada irónica- ¡Ah! ¿Estás ahí? Precisamente quería comentarte algo, es una idea que he tenido y que considero interesante.- En ese momento, ya no pudo retroceder y escuchó con atención todas las explicaciones acerca de la feliz ocurrencia. Recordó como había estado ensayando mentalmente cada una de las palabras que iba a decir y como zanjaría el asunto de una maldita vez. A pesar de que la voz continuaba dando un sinfín de explicaciones detalladas, ella no quería escucharlas y seguía con sus pensamientos...-Y eso es todo, ¿no te parece genial?- Sí, era estupendo, solo que ella no había escuchado nada de lo que decía.
Volvía a tener esa extraña sensación difícil de explicar. Detrás de aquellos ojos había una oscuridad profunda. Se sentía estudiada y hasta analizada. No quería vivir de nuevo esa situación que la hacía sentirse tan incómoda- Vale, perfecto. Estoy totalmente de acuerdo contigo ¿Cuándo tengo que empezar?- De nuevo había vuelto a ceder.
Desde hacía cinco años miraba a la cámara detrás de la que aquella mujer le indicaba qué lencería ponerse y cuál sería su papel ese día.