miércoles, 9 de octubre de 2013

Angelitos


Una sonrisa enigmática en una cara regordeta y mofletuda con una chispa gélida en la mirada, colgaba de la pared del dormitorio principal sobre la cabecera de la cama.

  La niña entra en la habitación de puntillas, queriendo pasar inadvertida y sin atreverse a mirar directamente a aquel angelote que la sigue con la vista desde su perspectiva de poder…

  Vuelve a su enorme cuna de madera, cuna con historia, heredada de generación en generación. Huye del ángel padre y se refugia en los brazos del ángel niño:

 

   “Ángel de la guarda,

     dulce compañía

     no me desampares

     ni de noche ni de día,

     no me dejes sola

     que me perdería…”

 

  Cierra los ojos, tiembla. De nuevo esos pasos, esos susurros que se acercan cada vez más…La niña se acurruca con fuerza y se hace un ovillo, quiere desaparecer, hacerse invisible…Pasos cansinos, sonidos de cacerolas en la cocina cercana. Se tapa los oídos.

   -¡Mamá! ¡Mamá!

   -¡Duérmete…!

   -¡Ven, mamá!

   -Vamos a dormir, reza conmigo:

 

   “Cuatro esquinitas tiene mi cama

     cuatro angelitos que me acompañan”

 

  La niña se sosiega, entra en un profundo sueño, los párpados le pesan como una losa…  

Amanece un nuevo día. Un rayo polvoriento de luz penetra en la habitación. El color blanco de la pequeña caja encandila a los presentes.

     -¡Angelito!

     -¡Dios la tiene en su seno!

     -Y la Virgen, un nuevo querubín en su corte celestial...

No hay comentarios:

Publicar un comentario