Mi corazón
se ha vuelto pesado.
Y la
oscuridad me envuelve
una
y otra vez.
Veo una
rendija luminosa.
Me aferro a
ella
y la agarro,
la araño
y la
estrujo.
Me niego,
y reniego
de mí
misma.
Me declaro
atea,
de todo
y de todos.