Pepi camina dando pequeños saltitos. A veces
me pregunto si tan solo al poner el primer pie al bajar de la cama, ya lo hace
de esa forma. Me recuerda a mi caniche, un pequeño cachorro juguetón que me
babea la cara al despertar. Esta mañana, sin embargo me ha mirado con aire
mimoso y frunciendo su naricilla se ha lamentado de su mala suerte
¿Cómo es posible?, pensé. Si ella es quien me levanta el ánimo tan solo con
mirarla. Y es que ella es especial. “Estoy fatal” me dice apretando su boquita
en forma de corazón. A mí me ha dejado desconcertado. He enarcado las cejas y
cuando me he dispuesto a abrir la boca, ella me la ha tapado con su índice
estilizado y su uña de coral “¡Ay, cariño! ¿Cómo lo haré? ¡No puedo con tanto
trabajo!” No he entendido nada, Pepi no tiene grandes responsabilidades y se
muestra eficiente en todo momento. Me mantengo en mi postura de asombro. Aletea
sus pestañas lentamente y suspira: “¿El rojo o el verde? ¡No puedo con esto!”
Me enseña dos cuadernos con tapas diferentes y sus ojos verdes me miran
suplicantes. Intento no poner cara de ¿Y eso es todo? No quisiera ofenderla.
“Creo que el rojo es el mejor”, no sé ni por qué le he dicho eso. Ella relaja
sus facciones y me estampa un beso en la mejilla. “Gracias”, lo dice mostrando
su blanquísima sonrisa y se va por donde ha venido. Me consuelo mirando su
trasero respingón y me hundo de nuevo en mis cuentas.
domingo, 10 de mayo de 2015
miércoles, 6 de mayo de 2015
Quiero...
Quiero
ser una bruja,
jugar…,
y ser especialista
en el
arte del “birli birloque”
Y decir
“nada por aquí, nada por allá…”
Cerrar
los ojos,
volverme
de piedra,
fingir
ser estatua,
hundirme
en la arena…
Quiero
ser opaca,
y que
mis ojos no hablen.
Ser la
reina del disimulo,
blindar
mi alma
y que todo transcurra…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)